Romanticas

El romanticismo fue un periodo que transcurrió, aproximadamente, entre principios de los años 1820 y la primera década del siglo XX, y suele englobar toda la música escrita de acuerdo a las normas y formas de dicho período. El romanticismo musical es un período de la música académica que fue precedido por el clasicismo y continuado por el modernismo.
El romanticismo musical está relacionado con el romanticismo, la corriente de cambios en literatura, bellas artes y filosofía, aunque suele haber ligeras diferencias temporales, dado que el romanticismo en aquellas artes y en la filosofía se suele reconocer entre los años 1780 y 1840. El romanticismo como movimiento global en las artes y la filosofía, tiene como precepto que la verdad no podía ser deducida a partir de axiomas, en el mundo había realidades inevitables que sólo se podía captar mediante la emoción, el sentimiento y la intuición. La Música del Romanticismo intentaba expresar estas emociones.
El término música romántica, que podría confundirse con la Música del Romanticismo, se entiende como toda música suave o con una atmósfera ensoñadora (no siempre ha de ser así). Ese término podría relacionarse con la palabra romántico que se estableció durante el romanticismo, pero no toda la Música del Romanticismo cumple con estas características. Del mismo modo, no toda la música romántica se puede relacionar con el período romántico.


Influencias extramusicalesLa controversia se inició en los años 1830 cuando Hector Berlioz compuso su Sinfonía fantástica, que se presentó acompañada de extenso texto que describía el programa de la sinfonía, lo que causó que muchos críticos y académicos opinaran sobre el tema en sí. Entre los primeros detractores se encontraba François-Joseph Fétis, director del recién creado Conservatorio Real de Bruselas, que declaró que la obra "no era música".
Robert Schumann defendió la obra, pero no el programa, argumentando que la buena música no podía verse afectada por malos títulos, pero que los buenos títulos no servían para salvar una mala obra. Franz Liszt fue uno de los defensores de la inspiración extra-musical.
A medida que pasó el tiempo las diferencias aumentaron, con polémicas azuzadas por ambos bandos. Para aquellos que creían en la música "absoluta", la perfección formal descansaba en la expresión musical que respetaba los esquemas trazados en obras previas, sobre todo en la forma sonata que ya había sido codificada. Para los impulsores de la música de programa, la expresión rapsódica de la poesía o cualquier otro texto externo, era, en sí mismo, una forma. Argumentaban que al involucrar la vida del artista en la obra sería necesario seguir el curso de la narración. Tanto unos como otros citaban a Beethoven como fuente de inspiración y justificación. Esta disputa se resumió como el conflicto entre los seguidores de Johannes Brahms y Richard Wagner: Brahms era considerado el pináculo de la música absoluta, sin textos o referencias externas, y Wagner, el predicador de la poesía como proveedora de forma armónica y melódica para la música.
Las causas que provocaron esta controversia son complejas. Una de estas causas fue, indudablemente, la importancia creciente de la poesía romántica, así como un interés creciente por canciones que pudieran ser interpretadas en conciertos o en casa. También se ha mencionado la naturaleza misma de los conciertos, que pasaron de ser presentaciones de una amplia variedad de obras, a ser mucho más especializados, lo cual aumentó la demanda de obras instrumentales con mayor expresividad y especificidad.
Algunos ejemplos notables de inspiración extra-musical los encontramos en la sinfonía Fausto, sinfonía Dante, y varios poemas sinfónicos de Liszt; la sinfonía Manfredo de Tchaikovski; la primera sinfonía de Gustav Mahler; y el Carnaval de los animales de Camille Saint-Saëns. Por otro lado, compositores como Schubert utilizaron melodías de canciones en obras más extensas, y otros, como Liszt, transcribieron arias de ópera o canciones en obras puramente orquestales.
[editar] Ópera romántica (1800–1924)En la ópera se tendió a relajar, romper o mezclar entre sí, las formas establecidas en el barroco o el clasicismo. Este proceso alcanzó su apogeo con las óperas de Wagner, en las cuales las arias, coros, recitativos y piezas de conjunto, son difíciles de distinguir. Por el contrario, se busca un continuo fluir de la música.
También ocurrieron otros cambios. Los castrati desaparecieron y por tanto los tenores adquirieron roles más heroicos, y los coros se tornaron más importantes. A finales del período romántico, el verismo se popularizó en Italia, retratando en la ópera escenas realistas, más que históricas o mitológicas. En Francia la tendencia también se acogió, y quedaron ejemplos populares como Carmen de Bizet.
Muchos compositores del romanticismo, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, escribieron música nacionalista, que tenía alguna conexión particular con su país. Esto se manifestó de varias maneras. Los temas de las óperas de Mikhail Glinka, por ejemplo, son específicamente rusos, mientras que Bedřich Smetana y Antonín Dvořák utilizaron ritmos y temas de las danzas y canciones populares checas. A finales del siglo XIX, Jean Sibelius escribió Kullervo, música basada en la épica finlandesa (la Kalevala) y su pieza Finlandia se convirtió en un símbolo del nacionalismo finés.
[editar] Instrumentación y escalaComo en otros períodos, la instrumentación siguió mejorándose durante el período romántico. Compositores como Hector Berlioz orquestaron sus obras de una forma nunca antes escuchada, dándole una nueva prominencia a los instrumentos de viento. El tamaño de la orquesta estándar aumentó, y se incluyeron instrumentos tales como el piccolo y corno inglés, que antes se utilizaban muy ocasionalmente. Mahler escribió su octava sinfonía, conocida como la Sinfonía de los miles, por la masa orquestal y coral que se requiere para interpretarla.
Además de necesitar una orquesta más grande, las obras del romanticismo se tornaron más largas. Una sinfonía típica de Haydn o Mozart, compositores del clasicismo, puede durar aproximadamente veinte o veinticinco minutos. Ya la tercera sinfonía de Beethoven, que se suele considerar como del romanticismo inicial, dura alrededor de cuarenta y cinco minutos. Y esta tendencia creció notablemente en las sinfonías de Anton Bruckner y alcanzó sus cotas máximas en el caso de Mahler, con sinfonías que tienen una hora de duración (como es el caso de la primera y la cuarta) hasta sinfonías que duran más de una hora y media (como la segunda, tercera o novena).


Por otro lado, en el romanticismo creció la importancia del instrumentista virtuoso. El violinista Niccolò Paganini fue una de las estrellas musicales de principios del siglo XIX. Liszt, además de ser un notable compositor, fue también un virtuoso del piano, muy popular. Durante las interpretaciones de los virtuosos, solían destacar más ellos que la música que estaban interpretando.
Estos son algunos de los instrumentos que aparecen en el romanticismo:
VIENTO
Contrafagot: Especie de fagot de grandes dimensiones, cuyos sonidos se producen a la octava grave del fagot ordinario.
Saxofón: Instrumento de viento compuesto de un tubo cónico de metal encorvado en forma de U, con varias llaves y una boquilla de madera y caña. Los hay de varios tamaños.
Corno inglés: Instrumento de viento, más grande y de sonido más grave que el oboe.
Tuba: Instrumento de viento de grandes proporciones y de sonoridad voluminosa y grave.
TECLADO
Piano: Aunque ya existía en el Clasicismo, el piano es el gran instrumento del romanticismo. Permite la mayor expresividad a los compositores, que son, además, virtuosos del instrumento. Tiene capacidad dinámica amplia y una gran riqueza sonora. Casi todos los compositores románticos van a ser también excelentes pianistas.
Armonio: Instrumento de teclado. Sustituye al órgano en música religiosa. Su elemento sonoro es un juego de lengüetas que se ponen en vibración insuflando aire mediante un fuelle de pedal. Su extensión es de unas cinco octavas.

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